Dispositivos intrauterinos
Albert Whiting
¿Es aceptable desde el punto de vista bíblico el uso de dispositivos intrauterinos como medio de planificación familiar? Esta medida evita la implantación del óvulo fertilizado. ¿No es eso equivalente al aborto? — Boaz Adegu, Universidad de Nairobi, Kenya
Los dispositivos intrauterinos se utilizan para evitar la concepción. Cuando se los coloca directamente dentro del útero y se los deja allí durante cierto tiempo, provocan un leve proceso inflamatorio en el útero que evita, en la mayoría de los casos, la implantación de cualquier óvulo fertilizado en la pared del útero, impidiendo el embarazo. Para quienes piensan que la vida se inicia a partir de la concepción, esto resulta problemático, pues se le estaría negando vida a una “persona” y el caso podría clasificarse como “aborto”.
Sin embargo, al considerar este asunto, se deben tomar en cuenta el mecanismo que establece un embarazo viable. La concepción no es un evento aislado, sino un proceso formado por varias etapas. Cuando el espermatozoide ha depositado su material genético en el óvulo y el óvulo comienza a dividirse en una multitud de células, hay un espacio de tiempo en el cual el óvulo recibe el nombre de “pre-embrión”. En más del 50 por ciento de los casos, el pre-embrión es “abortado” sin intervención o métodos de control de natalidad. Simplemente pasa a través del cuerpo y nunca llega a implantarse.
El pre-embrión puede también implantarse en el útero, pero puede ser abortado espontáneamente más tarde en cuyo caso no se llega a establecer el embarazo.
Más aun, el pre-embrión no es diferenciable; su destino es indeterminado. Puede dividirse y producir dos o más pre-embriones, dotados cada uno de ellos con la capacidad de producir un embarazo viable y, por lo tanto, individuos separados. Como se ha demostrado en estudios con animales, dos pre-embriones (procedentes de dos óvulos fertilizados) pueden fusionarse y convertirse en uno solo. Por razón de las características no diferenciadas del pre-embrión, algunos opinan que todavía no es una “persona” y lo ven en forma diferente que en el caso de que fuera un embrión maduro, cuyas células se han diferenciado en lo que constituyen los precursores de los órganos humanos.
Muchos dan por sentado que la “pastilla” o “píldora” (anticonceptivo oral que contiene hormonas) actúa antes de efectuada la fertilización y por lo tanto no posa problema alguno, siendo que no causa un “aborto” temprano. Contrariamente a este concepto erróneo, los contraceptivos orales actúan de dos maneras. En primer lugar, evitan o reducen la ovulación (la liberación de óvulos de los ovarios). Sin embargo, es posible que aun así se liberen óvulos viables que pueden ser fertilizados por espermatozoides. En segundo lugar, los contraceptivos orales actúan también sobre los tejidos del útero evitando la implantación. Generalmente, no es posible saber cuáles de esas acciones han ocurrido durante un determinado ciclo menstrual. Si uno llega a la conclusión de que hay un problema moral en el uso de dispositivos intrauterinos, también tendríamos que llegar a la conclusión de que también hay un problema moral, en algunos casos, con los contraceptivos orales.
Habiendo considerado algunos aspectos de la fisiología de la concepción, sería conveniente señalar que los actos moralmente apropiados no deben basarse en fenómenos biológicos desconocidos o que son difíciles de entender. Cristo enseñó que el pecado se inicia en la mente. En el contexto del aborto hay una enorme diferencia entre el deseo de limitar el número de hijos en la familia y la elección voluntaria de destruir un embarazo ya establecido. La decisión moral más importante empieza en la mente y la elección subsecuente no debe depender de complejos fenómenos fisiológicos.
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Albert Whiting M. D., Loma Linda University
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