Segunda Epístola del Apóstol San Pablo
a los Corintios

1. Título.

La evidencia textual confirma (cf. p. 10) que el texto original griego llevaba el título breve Pros korinthíous B, literalmente: "A los corintios 2". Este es el título de la epístola, que aparece en los manuscritos más antiguos que existen, que datan aproximadamente del siglo III d. C. El título más largo, "Segunda epístola del apóstol San Pablo a los corintios", no aparece sino hasta mucho después. En cuanto a que ésta es la "segunda" epístola enviada a los corintios y al uso de la palabra segunda en el título, ver la sección 3, "Marco histórico". Es evidente que este título no formaba parte del documento original.

2. Autor.

Tanto la evidencia externa como la interna afirman concluyentemente la paternidad literaria paulina de la epístola.  La evidencia externa se remonta hasta la generación que siguió inmediatamente a la de los apóstoles.  Citas tomadas de esta epístola por muchos de los antiguos padres de la iglesia y por escritores de la época, así como referencias a ella, proporcionan un abundante testimonio en cuanto a que es fidedigna. En su carta a los corintios (c. 95 d. C.), unos 35 años después de la de Pablo, Clemente Romano se ocupa de las mismas condiciones que había en Corinto en los días de Pablo (Primera epístola de Clemente a los corintios 46). Es indudable que la iglesia de Corinto no había experimentado un gran cambio, pues aún persistían muchos de los antiguos problemas.  Policarpo (m. c. 155 d. C.), obispo de Esmirna, al escribir a los filipenses, cita 2 Cor. 8: 21 (Epístola 6).  Ireneo, obispo de Lyon, en su
tratado Contra herejías ii. 30. 7 (c. 180 d. C.), cita y comenta la descripción que hace Pablo de haber sido arrebatado al tercer cielo (2 Cor. 12: 2-4).  Clemente de Alejandría (c. 200 d. C.) cita a 2 Corintios no menos de 20 veces (ver Stromata i. 1. 11; ii. 1920; etc.). Tertuliano de Cartago (c. 220 d. C.), el llamado padre de la teología latina, con frecuencia cita a 2 Corintios
(Scorpiace 13; Contra Marción v. 11- 12; Sobre la  resurrección de la carne 40, 43-44).

La evidencia interna señala inconfundiblemente a Pablo como su autor.  El estilo es de Pablo.  En la epístola se hacen muchas referencias a Pablo, a sus vicisitudes en Corinto y a su primera epístola a la iglesia de esa ciudad.  Muchos eruditos bíblicos consideran que esta epístola presenta el cuadro más claro y más completo de la 818 naturaleza de Pablo, de su personalidad y carácter.  La espontaneidad histórica de las experiencias registradas en esta epístola no puede ser menos que genuina.

3. Marco histórico.

Pablo visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hech.  18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados suyos (2 Cor. 12: 17).  Su primer, contacto escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9.  Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8; ver p. 106).

Por lo general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la redacción de las dos epístolas a los corintios.  La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.  Pablo había tenido el propósito de permanecer en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hech. 19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto.  Esto puede haberse debido, por lo menos en parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hech. 19: 24-41).  La oposición que sufrió mientras estaba en Efeso le ocasionó una gran tensión.  Se refirió a los adversarios de la verdad como "bestias" (1 Cor. 15: 32), y observó que había sido abrumado "sobremanera más allá de" su fuerza y que había perdido "la esperanza de conservar la vida" (2 Cor. 1: 8).  En esta condición Pablo salió de Efeso para Macedonia.

Viajó a Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia.  Allí esperó el regreso de Tito, que traería un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior.  Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas.  Continuó su viaje a Macedonia, se encontró con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito le traía de Corinto.

Algunos piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita.  El habla de una visita previa que le causó tristeza y desánimo (ver com. 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2).  Después de esa visita y de haber recibido más noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2; cf.  HAp 243).

Pablo se refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con "mucha tribulación y angustia del corazón", y con la cual los había contristado (cap. 7: 8).  Muchos eruditos piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1 Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente el espíritu y la naturaleza de esa epístola.  Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta entre las dos que aparecen en el NT.  Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2 Corintios.  Se pueden presentar razones verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos falta una prueba objetiva.  Por lo tanto, este comentario acepta que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en 2 Corintios (cf.  HAp 260). Se cree que Pablo escribió esta segunda epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4), aproximadamente en el año 57 d. C.

Parece que las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su propósito.  Según Rom. 16: 23 es evidente que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la iglesia.  Se corrobora también el cambio producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén (Rom. 15: 26).

Después de esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen referencias aisladas a la iglesia de Corinto.  Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano alrededor del año 95 d. C., mencionada anteriormente, revela que habían reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males.  Clemente alaba a la iglesia por su conducta ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu divisionista.  Esta es la última información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era apostólica.

4. Tema.

El motivo inmediato de la epístola fue el informe animador que Tito había traído de Corinto. La primera parte de la carta trata de la recepción que habían dado los corintios a la epístola anterior de Pablo, y repasa algunos de los problemas que se tratan en ella.  Siguiendo las instrucciones de Pablo, la iglesia había eliminado de su seno al ofensor inmoral de 1 Corintios (1 Cor. 5: 1-5; cf. 2 Cor. 2: 6); Pablo ahora aconseja cómo rescatar al que había sido pecador.

Se da énfasis especial a las contribuciones recogidas en las iglesias de Macedonia y Grecia para los pobres. Pablo tomó muy en serio esta misión, pues uniría los corazones de los cristianos de origen judío y de los de origen gentil con un vínculo de hermandad y unidad. Los creyentes de origen gentil serían inducidos a apreciar los sacrificios de los cristianos de origen judío para llevarles el conocimiento del Evangelio, y los judíos serían inducidos a apreciar el espíritu de hermandad del cual las dádivas daban un testimonio mudo, pero elocuente. Pero la iglesia de Corinto había sido descuidada en reunir su contribución y había quedado muy por detrás de las iglesias de Macedonia, quizá como resultado de las luchas y la inmoralidad que habían absorbido su atención. En esta carta Pablo les hace una exhortación final para actuar con rapidez y diligencia.

Parece que la mayoría de los miembros de la iglesia de Corinto aceptaron de buena gana el consejo de Pablo y sus colaboradores; habían recibido a Tito con los brazos abiertos. Pero casi desde el principio había bandos en la iglesia; unos favorecían a un caudillo; otros, a otro. Gran parte de las dificultades ocasionadas por ese partidismo se habían aquietado, pero persistía una franca y perversa oposición, quizá de parte del bando judaizante similar al de Galacia.  Su propósito era socavar la obra, la autoridad y el apostolado de Pablo. Los adversarios acusaban a Pablo de inconstancia por no haber ido a Corinto, como antes lo había prometido. Argumentaban que le faltaba autoridad apostólica; lo tildaban de cobarde por tratar de dirigir la iglesia desde lejos y por carta; decían que eso demostraba que tenía temor de presentarse en persona.

Los primeros nueve capítulos de 2 Corintios se caracterizan por expresar gratitud y aprecio; los últimos cuatro por una acentuada severidad y autodefensa.  Se ha sugerido que los primeros capítulos estaban destinados para la mayoría, quienes habían aceptado el consejo y el reproche de Pablo; y los últimos, a una minoría que persistía en oponerse a los esfuerzos del apóstol para restaurar en la iglesia un espíritu de armonía.  Extensamente y de diversas maneras, Pablo intenta demostrar su autoridad y justificar la forma en que había actuado entre ellos. Para probar su 820 apostolado recurre a sus visiones y revelaciones recibidas del Señor, a sus incomparables sufrimientos por el Señor Jesús y al sello evidente de aprobación divina por el éxito de sus labores.  En las epístolas de Pablo a otras iglesias no tiene paralelo la severidad de sus palabras al dirigirse a la iglesia de Corinto acerca de ciertos falsos apóstoles, y quizá a una memoria de sus miembros que aún estaban bajo la influencia de ellos.

La segunda epístola es diferente a 1 Corintios. La primera es objetiva y práctica; la segunda es mayormente subjetiva y personal. La primera tiene un tono más tranquilo y mesurado; la segunda refleja la ansiedad de Pablo por recibir noticias de Corinto, su alivio y gozo cuando finalmente llegó Tito, y su decisión de tratar con firmeza a los que todavía perturbaban la iglesia.  La primera refleja las condiciones en que se hallaba la iglesia corintia; la segunda, la pasión del apóstol por la iglesia.  Y aunque el principal propósito de esta epístola no es doctrinal -como en el caso de Gálatas y Romanos-, destaca importantes verdades doctrinales.

 

 

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
   
 
   
       
 
   
       
       
       
       
       
       
       
       
       
       
       
   
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12/22/2024
6:54 pm